jueves, 12 de mayo de 2011

21. Que los profesores se resistan a usar el email para avisar de sus faltas de asistencia al parecer es un mal común

8.00 de la mañana. Suena el despertador y todavía sumida en el sueño te piensas si asistir a esa clase de las 9 o no. Venga va, despiértate y ve, que para una clase que tienes, piensas. Así que aunque te cuesta decides levantarte, darte una ducha mañanera para despejarte y salir rumbo a clase. Tras coger un metro, andar diez minutos –que no son muchos pero recordemos que son las 8.30 de la mañana y tanto los pies como los párpados pesan- y coger un tranvía llegas a clase pero para tu sorpresa ves que nadie espera en el pasillo. Vaya, vuelves a llegar tarde. Sin embargo te acercas más, y más y más a la puerta hasta que con claridad ves que cuelga un cartelito y no hace falta ser académico de la lengua alemana para saber que se trata del aviso de falta de la profesora por enfermedad. Y digo yo, ¿tanto le costaba, entre estornudo y estornudo, mandar un email a sus aplicados alumnos para evitarles el viajecito y, ante todo, el madrugón. ¡Qué poca solidaridad!

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